domingo, 18 de abril de 2010

Mujer en París

Casi nunca, conmigo, solitaria, movías la cabeza
Rechazando el crepúsculo. No siempre mirabas
La fiesta del otoño y la pereza gris bajo los puentes
Teniéndome a tu lado. Casi nunca,
Conmigo, en invierno recorrimos los parques
Con estatuas y hojas y fuentes incansables. No siempre
Te tenía mirando con mis ojos las torres solitarias
Que surgen debajo de la niebla. Casi nunca
Íbamos a caminar a los mercados, ni a romper
La quietud de los vinos yacentes. No siempre
Compartías mi noche con tu noche. Sin embargo
De entonces, sí de entonces, hay hermosos recuerdos…

Mario Hernández Aguirre

1 comentario:

  1. En esta ocasión, me he permitido publicar una poesía de mi papá. Espero la disfruten, sin las lágrimas que a mi me provoca leerlo.

    ResponderEliminar