¿Y qué tal si nos encontramos?
¿Y qué tal si nos gustamos?
¿Y qué tal si jugamos?
¿Y qué tal si disfrutamos?
¿Y qué tal si probamos?
¿Y qué tal si nos besamos?
¿Y qué tal si nos amamos?
¿Y qué tal si nos sanamos?
¿Y qué tal si funcionamos?
¿Y qué tal si nos peleamos?
¿Y qué tal si nos dañamos?
¿Y qué tal si nos contentamos?
¿Y qué tal si nos enamoramos?
...
¿Y qué tal si al final... simplemente... lo dejamos?... :(
viernes, 30 de octubre de 2009
miércoles, 28 de octubre de 2009
Onírico
Algunos sueños perduran toda la vida
los perseguimos sin atraparlos nunca
se pasean frente a nosotros, coquetos,
nos dejan creer que podemos alcanzarlos
y luego van y vuelven sin nunca parar
En la vida de todos existe el momento
en que sin explicaciones ni razones
lo onírico se acerca lo suficiente,
nos atrapa, nos acaricia, nos seduce,
nos toma y nos abraza y entonces -
con pasión y arrebato - nos besa
Pero siguen siendo sueños,
hechos de arcoiris y de anhelos,
de suspiros y deseos,
de naturaleza efímera y transparente,
y asi como aparecen sonrientes,
así se desvanecen y se van.
Y quedé yo prendida...
imaginando, y recordando
cuando se condensó mi sueño,
apareció, sonrió, coqueto,
y así, entre gazas y paños ilusorios
llegó, vivió y se alejó...
los perseguimos sin atraparlos nunca
se pasean frente a nosotros, coquetos,
nos dejan creer que podemos alcanzarlos
y luego van y vuelven sin nunca parar
En la vida de todos existe el momento
en que sin explicaciones ni razones
lo onírico se acerca lo suficiente,
nos atrapa, nos acaricia, nos seduce,
nos toma y nos abraza y entonces -
con pasión y arrebato - nos besa
Pero siguen siendo sueños,
hechos de arcoiris y de anhelos,
de suspiros y deseos,
de naturaleza efímera y transparente,
y asi como aparecen sonrientes,
así se desvanecen y se van.
Y quedé yo prendida...
imaginando, y recordando
cuando se condensó mi sueño,
apareció, sonrió, coqueto,
y así, entre gazas y paños ilusorios
llegó, vivió y se alejó...
lunes, 26 de octubre de 2009
El Beso
"Vení"...
Se acercan nuestros labios... se cierran nuestros ojos...
te beso y respondes,
me besas y el mundo para de girar.
por unos segundos me olvido de todo y sólo vivo en tu boca
por unos segundos sólo te siento a tí en mis brazos
por unos segundos sólo existe este beso...
Alrededor el mundo bascula y cae
Se abre el espacio lleno de posibilidades...
Te vas.
Se acercan nuestros labios... se cierran nuestros ojos...
te beso y respondes,
me besas y el mundo para de girar.
por unos segundos me olvido de todo y sólo vivo en tu boca
por unos segundos sólo te siento a tí en mis brazos
por unos segundos sólo existe este beso...
Alrededor el mundo bascula y cae
Se abre el espacio lleno de posibilidades...
tú y yo unidos abrazados
tú y yo amantes apasionados
tú y yo sonriendo felices
tú y yo enamorados...
El aire se condensa en tus brazos
Todo ha desaparecido y sólo permanece el espacio...
Pero te alejas...
pronuncias promesas que hoy mismo romperás... y asi...
pronuncias promesas que hoy mismo romperás... y asi...
Te vas.
lunes, 12 de octubre de 2009
Vacío
vacío en la casa
se oyen pasar las horas
vacío en mi cama
no se encuentra el descanso
vacía mi ventana
no veo el volcan
vacío en mi alma
no siento el dolor
vacíos mis ojos
las lágrimas no vienen
vacío mi corazón
el amor se agotó
se oyen pasar las horas
vacío en mi cama
no se encuentra el descanso
vacía mi ventana
no veo el volcan
vacío en mi alma
no siento el dolor
vacíos mis ojos
las lágrimas no vienen
vacío mi corazón
el amor se agotó
sábado, 10 de octubre de 2009
Día Lunático
http://www.youtube.com/watch?v=f_v1rUNlmIc&feature=related
Nadie sabe lo que ocurre en un día lunático,
en un día lunático todo pierde el control.
En un día lunático no sale el sol,
o sale tan poco que mis huesos no sienten calor.
En un día lunático, no hay nada que hacer,
miro al espejo y me encuentro muy fea.
No me preocupa, no me asusta, ni me entristece,
es un día lunático, se vale estar fea.
Se vale tener cuerpo de ballena y piel de armadillo,
se vale tener cara de anciana y ojos cansados.
Se vale el pelo de escoba y las uñas desgarradas,
se valen las orejas de pescado y la boca arrugada.
Es un día lunático pero todos siguen cuerdos,
no se asustan al verme, incluso algunos sonríen.
Debe ser culpa de la cordura, que por definición es ciega,
sino huirían de mí, y de mis tinieblas portátiles.
Es un día lunático, y además de mi cuerpo,
lo demás cae en ruinas ahi dentro de mí.
Es un día lunático, un día de miedo,
porque el hombre que amo al final se marchó.
Es un día lunático, mi corazón se estremece,
y mi voz sólo gime y lamenta: Dolor.
El amor corrompido, el amor ignorado,
el amor de aquel que de mi se alejó
Es un día lunático, temo ya que no acabe,
y mi miedo se agudiza con temblores de verso,
son sus ojos la absoluta luz del azul, su recuerdo,
el más terrible castigo para quien sólo soñó.
Es un día lunático y tu imagen se aleja,
congelada en la distancia, más allá del amor,
y busco olvidar la sentencia más fría,
la herida más purulenta, la pena de muerte...
que repite insolente tu adios: "Esto no puede ser...
un "nosotros" es... imposible."
Es un día lunático, es un día de locos -
aquel en el que el amor, con pena, se prohibió...
Nadie sabe lo que ocurre en un día lunático,
en un día lunático todo pierde el control.
En un día lunático no sale el sol,
o sale tan poco que mis huesos no sienten calor.
En un día lunático, no hay nada que hacer,
miro al espejo y me encuentro muy fea.
No me preocupa, no me asusta, ni me entristece,
es un día lunático, se vale estar fea.
Se vale tener cuerpo de ballena y piel de armadillo,
se vale tener cara de anciana y ojos cansados.
Se vale el pelo de escoba y las uñas desgarradas,
se valen las orejas de pescado y la boca arrugada.
Es un día lunático pero todos siguen cuerdos,
no se asustan al verme, incluso algunos sonríen.
Debe ser culpa de la cordura, que por definición es ciega,
sino huirían de mí, y de mis tinieblas portátiles.
Es un día lunático, y además de mi cuerpo,
lo demás cae en ruinas ahi dentro de mí.
Es un día lunático, un día de miedo,
porque el hombre que amo al final se marchó.
Es un día lunático, mi corazón se estremece,
y mi voz sólo gime y lamenta: Dolor.
El amor corrompido, el amor ignorado,
el amor de aquel que de mi se alejó
Es un día lunático, temo ya que no acabe,
y mi miedo se agudiza con temblores de verso,
son sus ojos la absoluta luz del azul, su recuerdo,
el más terrible castigo para quien sólo soñó.
Es un día lunático y tu imagen se aleja,
congelada en la distancia, más allá del amor,
y busco olvidar la sentencia más fría,
la herida más purulenta, la pena de muerte...
que repite insolente tu adios: "Esto no puede ser...
un "nosotros" es... imposible."
Es un día lunático, es un día de locos -
aquel en el que el amor, con pena, se prohibió...
jueves, 1 de octubre de 2009
Jardín & Árbol
Todos guardamos en el corazón al menos un árbol. En los recuerdos de todos debe haber al menos uno salpicado de verde...
En la casa de mi abuela hay un jardín. Cuando yo era niña, descubrí ahi el placer de comer mango verde. Se trata de un jardín grande,y hay espacio para que los niños corran. En ese jardín, muchos niños han corrido... soy la menor de 11 primos y primas. Pero nací y crecí a un océano de distancia, lo cual siempre me separó de los demás, pues sólo veía a mi familia algunos meses de verano (ni siquiera todos los años) durante mi infancia. Sólo una vez viajamos a El Salvador en Navidad, y fue cuando comimos mangos verdes en el jardín, pero esa fue la excepción. Todos nos habíamos reunido por una tragedia familiar. Era la guerra civil y nuestra familia había sido víctima de un largo secuestro. Pero hoy no quiero hablar de cosas tristes... Hoy mis recuerdos son ligeros, verdes y húmedos.
La lluvia ha caído nuevamente sobre San Salvador. Desde hace algunos días ha vuelto a aparecer la temporada de lluvias, como existe en mis recuerdos de infancia. Y es que mis recuerdos de este país están llenos de lluvia. De tormentas grises en el jardín de mi abuela, cuando una espesa cortina de agua me alejaba de todos. En el jardín había una casa roja, con cocina, baño y hamacas. Había árboles, mangos, aguacates y mi preferido, llamado "uva" que daba una hoja casi circular y dura. No logro recordar si daba frutos, pero sí sus ramas. Tenía una enorme copa que cubría todo el jardín y daba sombra a la pequeña piscina que serpenteaba atrás. Siempre me quejé de que no fuera más honda. Ahora que pienso en ella, lamento no haberme bañado más seguido en ella, pues todos mis recuerdos de esa piscina están salpicados de risa y de sol. Y de la sombra del árbol, siempre la sombra del árbol.
Es el único árbol que realmente escalé en mi vida, y creo que por eso me siento indeleblemente atada a él. ¡Cuánto quisiera poder hacerlo de nuevo ahora mismo! Pero ya el árbol murió. Murió víctima de una tormenta de esas, con rayos y centellas, truenos y relámpagos, y agua que caía como cortina, impenetrable. ¡Qué tristeza fue caminar en ese jardín la primera vez sin el árbol! Lo recuerdo como si fuera ayer. La temblorosa indignación en mi voz cuestionando a mi tía sobre porqué no estaba más ahi... Hasta el día de hoy, siempre que penetro en el jardín, siento un dolor hondo al ver el sol brillando sobre la grama, y siento su desnudez sin la sombra del árbol.
Viví pocos meses en Santa Ana - afortunadamente. La transición viniendo de París fue todo menos amable. Si en algún momento he experimentado la violencia sutil del aislamiento, del dolor, del abandono, y del prejuicio fue ahi y fue entonces. El único lugar donde podía alejar mis demonios era ese jardín, y por supuesto, las ramas de mi árbol. Ahi recuerdo el día que mi mamá me dijo que mi papá iba a morir. Recuerdo llorar mucho tiempo en la oscuridad después del atardecer. Pero también tengo recuerdos alegres... como el día en que, con mis amigos, decidimos maquillarnos y disfrazarnos de KISS . A mí la banda me daba un poco lo mismo, pero los chicos eran verdaderos fans. Incapaz de contener demasiado tiempo a mi niña interna, yo elegí ser el Gato. Era la única niña del grupo, y eso, de una manera tácita, también me convertía en la jefa. La verdad es que entonces yo no tenía ninguna amiga, y los únicos que llegaban a visitarme y a jugar conmigo eran niños. Eran amigos muy leales y los recuerdo con gratitud. Especialmente a W. el más sincero en su afecto y el más bondadoso conmigo. Pasaron los meses y nos mudamos a San Salvador. Ahi empecé a hacer amigas y dejé de escuchar rock pesado.
Pero esto fue mucho después de maquillarme de negro y blanco bajo las amigables ramas de mi árbol con un puñado de adolescentes. Mucho después de los días de sol en la piscina, mucho después de que Totó, mi perro, se comiera los aguacates caídos, mucho después de subirme al techo a coger mangos con mis primos, mucho después de todo, porque después de la tormenta que mató a mi árbol, después de que sembraran naranjas en su lugar, después de que al fin salí de Santa Ana... después de todo eso... nunca volví.
En la casa de mi abuela hay un jardín. Cuando yo era niña, descubrí ahi el placer de comer mango verde. Se trata de un jardín grande,y hay espacio para que los niños corran. En ese jardín, muchos niños han corrido... soy la menor de 11 primos y primas. Pero nací y crecí a un océano de distancia, lo cual siempre me separó de los demás, pues sólo veía a mi familia algunos meses de verano (ni siquiera todos los años) durante mi infancia. Sólo una vez viajamos a El Salvador en Navidad, y fue cuando comimos mangos verdes en el jardín, pero esa fue la excepción. Todos nos habíamos reunido por una tragedia familiar. Era la guerra civil y nuestra familia había sido víctima de un largo secuestro. Pero hoy no quiero hablar de cosas tristes... Hoy mis recuerdos son ligeros, verdes y húmedos.
La lluvia ha caído nuevamente sobre San Salvador. Desde hace algunos días ha vuelto a aparecer la temporada de lluvias, como existe en mis recuerdos de infancia. Y es que mis recuerdos de este país están llenos de lluvia. De tormentas grises en el jardín de mi abuela, cuando una espesa cortina de agua me alejaba de todos. En el jardín había una casa roja, con cocina, baño y hamacas. Había árboles, mangos, aguacates y mi preferido, llamado "uva" que daba una hoja casi circular y dura. No logro recordar si daba frutos, pero sí sus ramas. Tenía una enorme copa que cubría todo el jardín y daba sombra a la pequeña piscina que serpenteaba atrás. Siempre me quejé de que no fuera más honda. Ahora que pienso en ella, lamento no haberme bañado más seguido en ella, pues todos mis recuerdos de esa piscina están salpicados de risa y de sol. Y de la sombra del árbol, siempre la sombra del árbol.
Es el único árbol que realmente escalé en mi vida, y creo que por eso me siento indeleblemente atada a él. ¡Cuánto quisiera poder hacerlo de nuevo ahora mismo! Pero ya el árbol murió. Murió víctima de una tormenta de esas, con rayos y centellas, truenos y relámpagos, y agua que caía como cortina, impenetrable. ¡Qué tristeza fue caminar en ese jardín la primera vez sin el árbol! Lo recuerdo como si fuera ayer. La temblorosa indignación en mi voz cuestionando a mi tía sobre porqué no estaba más ahi... Hasta el día de hoy, siempre que penetro en el jardín, siento un dolor hondo al ver el sol brillando sobre la grama, y siento su desnudez sin la sombra del árbol.
Viví pocos meses en Santa Ana - afortunadamente. La transición viniendo de París fue todo menos amable. Si en algún momento he experimentado la violencia sutil del aislamiento, del dolor, del abandono, y del prejuicio fue ahi y fue entonces. El único lugar donde podía alejar mis demonios era ese jardín, y por supuesto, las ramas de mi árbol. Ahi recuerdo el día que mi mamá me dijo que mi papá iba a morir. Recuerdo llorar mucho tiempo en la oscuridad después del atardecer. Pero también tengo recuerdos alegres... como el día en que, con mis amigos, decidimos maquillarnos y disfrazarnos de KISS . A mí la banda me daba un poco lo mismo, pero los chicos eran verdaderos fans. Incapaz de contener demasiado tiempo a mi niña interna, yo elegí ser el Gato. Era la única niña del grupo, y eso, de una manera tácita, también me convertía en la jefa. La verdad es que entonces yo no tenía ninguna amiga, y los únicos que llegaban a visitarme y a jugar conmigo eran niños. Eran amigos muy leales y los recuerdo con gratitud. Especialmente a W. el más sincero en su afecto y el más bondadoso conmigo. Pasaron los meses y nos mudamos a San Salvador. Ahi empecé a hacer amigas y dejé de escuchar rock pesado.
Pero esto fue mucho después de maquillarme de negro y blanco bajo las amigables ramas de mi árbol con un puñado de adolescentes. Mucho después de los días de sol en la piscina, mucho después de que Totó, mi perro, se comiera los aguacates caídos, mucho después de subirme al techo a coger mangos con mis primos, mucho después de todo, porque después de la tormenta que mató a mi árbol, después de que sembraran naranjas en su lugar, después de que al fin salí de Santa Ana... después de todo eso... nunca volví.
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