jueves, 5 de noviembre de 2009

La aventurera

Siempre me he sentido atraída por los hombres aventureros. Pocas cosas me estimulan más que un hombre que ha viajado, que ha tomado riesgos y que se ha atrevido a vivir tomando riesgos. Es un poco una ironía el darme ahora cuenta que me he enamorado de uno que no considera tomar caminos que escondan peligros, y para quien el peligro ahora, soy yo.

Antes de él, los viajes alrededor del mundo de Charles habían poblado mi imaginación, la mística del mundo paralelo de Juan me había parecido un misterio que yo debía resolver, los deportes extremos y la moto de Nick eran una forma de desafiar la sociedad y sus estándares establecidos, las exaltaciones meditativas de Morgan me habían parecido un afrodisíaco... De cada uno me he alimentado, proyectando en sus mundos exoticos lo que para mi representaba la felicidad.

El tiempo ha sido generoso en sabiduría, me ha permitido ver más allá del humo de mis propias proyecciones, me ha permitido distanciarme antes de lanzarme como clavadista en las aventuras de mis hombres, aunque alguna vez he caído, era inevitable, y sin esas caídas, no habría llegado nunca a comprender mi lección.

Un día de tantos, escalando una montaña hondureña para alcanzar una comunidad aíslada, para que mis clientes pudieran entrevistar a los pobladores, me vi con una luz nueva. Ví mi vida y mis inexistentes rutinas y comprendí mi larga historia de amor con la aventura. La aventura soy yo, la aventurera soy yo, llevo la aventura dentro de mis venas como mi fuerza vital, por eso la reconocía en los otros, porque es la esencia de lo que vivo día a día. Tengo la bendición de vivir la vida que vivo. Voy de aventura en aventura, conquistando los territorios más insospechados de mi corazón.

2 comentarios:

  1. Definitivamente la aventura sos vos.. la vida misma que nos acompaña..

    Excelente relato.


    Un abrazo
    Con el saludos fraterno de siempre..

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  2. Gracias Adolfo por acompañarme en esta aventura blogera ;)

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